Fue uno de los fundadores del novembergruppe, el grupo que reorganizó el arte alemán tras la primera guerra mundial. También dirigió la escuela Bauhaus, en Alemania y el departamento de arquitectura del Instituto Armour en EEUU. Diseñó la casa Farnsworth, en Illinois; el Pabellón alemán en la Exposición Internacional de Barcelona en 1929, la Nueva Galería Nacional de Berlín y el edificio Seagram en Nueva York, entre otros. Y pese a todo lo anterior, le bastó diseñar un par de piezas de mobiliario para trascender por generaciones y convertirse en uno de los máximos referentes del diseño mundial: la silla y la otomana Barcelona para Knoll. Hablamos por supuesto de Ludwig Mies van der Rohe (1886-1969).
Sin duda se trata de uno de esos creadores cuya importancia termina por convertirse en el estándar a seguir por el resto de sus colegas. Fue famoso por dos frases que resumen su visión del diseño: “Menos es más” y “Dios está en los detalles”. Su aportación fue esencial en la construcción del modernismo, movimiento que no solo cambió el rostro de Europa sino que su influencia se extendió al mundo. En EEUU, país al que emigró tras el arribo del nazismo, desarrolló lo mejor de su carrera. Sus construcciones en Chicago, Washington D.C o Nueva York se convirtieron en referente de la modernidad, cambiando así el rostro de la llamada “arquitectura institucional” de Norteamérica. Fue también en su exilio americano cuando se convierte en mentor y amigo de una joven Florence Knoll, quien no dudó en sumarlo al equipo de colaboradores de la marca. De hecho, Knoll compró los derechos para producir y comercializar su mobiliario, incluyendo las líneas Barcelona y MR y la silla Brno.
Pero, ¿qué define a la obra de este artista alemán? De entrada que en sus proyectos más importantes encontramos sus postulados racionalistas y funcionales. Tanto sus edificios como su mobiliario se distinguen por sus líneas limpias y sencillas, la composición geométrica y la ausencia de ornamentos. Su interés en ciertos materiales también es una constante: piedra, mármol, acero y vidrio siempre en su estado más puro. Basta observar las líneas de las sillas MR o Brno y compararlas con algunos de sus edificios para encontrar el hilo conductor de su obra.
Por cierto, el único edificio de Mies van der Rohe en Latinoamérica se encuentra en México: se trata de las oficinas administrativas de Bacardí en Tultitlán, Estado de México. Hoy recordamos a este genio.
Resulta imposible no pensar en Michael Graves cuando se habla de arquitectura posmoderna. Miembro del grupo Memphis y gran exponente del maximalismo, este arquitecto supo combinar magistralmente en sus obras elementos neoclásicos, materiales nobles como el mármol y el acero, y el uso de geometrías básicas con una inusual paleta de colores. Entre sus obras más memorables destacan el edificio Portland o el edificio para Disney Company, famoso por su gran frontón sujeto por siete enormes columnas con la forma de los siete enanos de Blanca Nieves. Definitivamente, Graves tenía un gran sentido del humor.
Además de sus grandes edificios, Graves también diseñó objetos de igual relevancia, que mantienen el mismo universo estético que su arquitectura. En 1985, creó para la casa italiana Alessi una tetera de acero inoxidable con una colorida agarradera, que hace juego con un silbato en forma de pájaro que nos avisa una vez que el agua hierve. Este clásico moderno forma parte de las principales colecciones de diseño en los grandes museos del mundo. Afortunadamente, Alessi no ha dejado de producir esta tetera ni los otros diseños de Graves, que puedes encontrar en Casa Palacio.
Por simple que parezca, diseñar una silla es una de las tareas más complejas y temidas entre los diseñadores industriales. Es quizás la pieza más compleja en cualquier familia de mobiliario; sus proporciones son extremadamente caprichosas y cualquier fallo en sus cálculos la convertirá inmediatamente en un objeto de tortura. La silla de oficina representa la sofisticación máxima de esta disciplina, pues es donde más horas pasamos trabajando.
El investigador Jonathan Olivares, en su libro A Taxonomy of Office Chairs, sitúa las primeras sillas de oficina —sillas con un mecanismo de movimiento integrado y 5 patas— en la década de 1840. Curiosamente, la primera silla con esas características de la que se tiene conocimiento fue una creación del evolucionista Charles Darwin. Desde ese momento, la silla de oficina no ha dejado de sorprendernos con inventivas soluciones y materiales que hacen de nuestra experiencia frente a un escritorio algo mucho más placentero. Herman Miller es la marca responsable de producir la mayoría de las sillas de oficina más importantes de la historia.
Modelos como la Eames Aluminum Group, lanzada en 1958, siguen siendo un estándar de elegancia y comodidad. Su diseño atemporal la hace una elección ideal en cualquier escenario. También con la firma de Charles y Ray Eames, están las sillas Ejecutivas y las Soft Pad. Sillas extremadamente cómodas cuyas líneas evocan otra época.
En 1994, la silla de oficina alcanza uno de sus puntos más altos, cuando Herman Miller presenta en el mercado la silla Aeron, el revolucionario diseño de Bill Stumpf y Don Chadwick que alteró para siempre la definición de la silla ergonómica. La Aeron, hoy en día, sigue siendo considerada como una de las mejores sillas de escritorio, lo cual no ha detenido a Herman Miller de seguir investigando en este terreno, sorprendiendo con nuevos avances en tecnología y sorprendentes diseños. Como es el caso de la Cosm, uno de los nuevos estándares en el mercado.
La oferta de Herman Miller es sorprendentemente extensa y cada silla está pensada para necesidades diferentes. La compañía además pone un gran énfasis en la susceptibilidad de sus productos, reduciendo el impacto de carbono de cada una de sus sillas al optimizar sus diseños y emplear un gran porcentaje de materiales reciclados. Te invitamos a visitar su catálogo en Casa Palacio y a que te asesores con uno de nuestros expertos para que elijas la mejor opción.
Fuego, aire, agua y tierra, están detrás de una de las más grandes creaciones de la mente humana: el cristal. Este año, la casa francesa Baccarat ha decidido dedicar las celebraciones de fin de año a estos cuatro elementos que hacen posible sus fabulosas piezas. Se trata de cuatro fuerzas que todos llevamos dentro, especialmente el calor del fuego. Por eso, en esta ocasión su nueva campaña se titula… Inner Fire.
Desde luego, las copas de Baccarat, siempre son el elemento en torno al cual nos reuniremos en casa para brindar y abrazarnos. Su set “Wine Therapy” incluye toda la cristalería que necesitas tanto para recibir con un trago, servir el vino de la cena y después brindar por el año que se va.
Pero no olvidemos que Baccarat son también objetos decorativos y cada año, la firma francesa agrega a su colección de Navidad nuevas versiones de su árbol de navidad en cristal “Noël Louxor”; este año es un diseño de Thomas Bastide.
Para recordar los buenos momentos y desear que lo mejor esté por venir, hay que brindar con champán, y nada mejor que servir la bebida más francesa, en copas flauta de otro clásico de aquel país. Para que nadie se quede fuera, Baccarat nos ofrece su set de seis piezas. Además, ¡se trata de un estupendo regalo!
Para montar una mesa para celebrar, no olvides incluir algunos clásicos de Baccarat, como sus encantadoras “Lucky Butterfly”, auténticos amuletos de la buena suerte que no deben faltar para recibir el año. ¿Otro de nuestros favoritos? “Marengo”, una escultura diseñada por Allison Hawkes, inspirada en el caballo favorito de Napoleón.
Baccarat siempre está agregando nuevas piezas a su colección. Este año, entre sus novedades están sus fabulosos candelabros. Son elegantes, muy originales y sin duda, todos son piezas de colección. No olvides regalar uno a un amante de la firma francesa.
Cuando cierto personaje apareció en un capítulo memorable de The Mandalorian, los fans del universo de la Guerra de las Galaxias hicieron explotar las redes. De inmediato lo bautizaron “Bebé Yoda”, pero, como supimos más tarde, no se trata del maestro Jedi de la República Galáctica, sino de Din Grogu, el protegido de “Mando”.
El personaje ha causado furor, y lo mismo es tema de memes que ha protagonizado ya su primer corto. Muchos lo celebran, incluyendo…Lladró .
La firma española nos ofrece un Din Grogu en porcelana pintada a mano. Se trata de un meticuloso trabajo escultórico, que emplea varias técnicas decorativas para lograr un personaje como el mismo realismo que vemos en pantalla. Observa sus ojos… ¡parece que “el niño” te está viendo! Desde luego, es una pieza de edición limitada que se suma a otras esculturas pop de Lladró.