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Irreverentes, provocadores… así se ha catalogado a Fernando y Humberto Campana, considerados los mejores diseñadores de Brasil y de entre los más importantes de Latinoamérica.
A la altura de figuras como Philippe Starck o el arquitecto Frank Gehry se encuentran los hermanos Campana, la dupla de diseño brasileña integrada por Fernando (1961) y Humberto (1953), auténticos rockstars del diseño, cuya propuesta es fascinante: a partir de materiales sencillos, inusuales, económicos o naturales, los diseñadores construyen o deconstruyen, a través del juego lúdico, para crear piezas que obligan a su sorprendido público a olvidar la función original del material que, en un diseño de los Campana, se ha transformado por completo. Así, han creado sillas usando juguetes de peluche; mobiliario que incorpora plástico y mimbre o piezas de diseño a partir de material de deshecho. Los resultados son tan sorprendentes que hoy sus piezas son parte de colecciones lo mismo del MOMA, que del Centro Georges Pompidou.
No por nada Héctor Rivero, director del Museo Franz Mayer, dijo a propósito de su retrospectiva en la Ciudad de México el año pasado: “Ellos se atreven a hacer cosas que jamás haría nadie. Lo importante es que están planteando una forma distinta de entender el diseño: sus propuestas nos hacen reflexionar alrededor de esas fronteras que a veces los especialistas se plantean entre el diseño y el arte, donde a veces se impone la función antes que la forma”.
La última colaboración de la dupla brasileña es por supuesto algo totalmente inusual: Baccarat, la empresa francesa de cristalería de lujo, les comisionó la creación de una serie de luminarias. El resultado es Alvorada, una colección integrada por cinco lámparas (colgantes y de mesa.) La colección se distingue por una combinación de materiales que parecería imposible: cristal, con formas clásicas, mimbre y bambú. Por supuesto, solo los Hermanos Campana podrían realizar esta sorprendentefusión, ¡y salir bien librados!
Como te contamos aquí, para celebrar el Día Mundial del Interiorismo, invitamos a un grupo de talentosos diseñadores mexicanos a intervenir un espacio en tienda. En esta ocasión te vamos a hablar del montaje que los interioristas Ivette Berrondo y Daniel Gindic, junto a la diseñadora de modas y artista Melania Chavarría, crearon en Casa Palacio Santa Fe.
Este espacio es el resultado de tres estilos peculiares, tres maneras de abordar el diseño y tres puntos de vista, que se encontraron para diseñar un espacio para habitar, pero también despertar la creatividad.
Para materializar el diseño, los interioristas funcionaron como un despacho, mientras Melania fue su cliente. La intención fue imprimir en este rincón de la tienda, la personalidad divertida e imaginativa de la artista e influencer.
El interiorismo propuesto busca que el espacio funcione como una suerte de taller-habitación que incentiva la creatividad. Para lograrlo, los diseñadores reunieron marcas y piezas disímbolas, buscando crear ambientes eclécticos y fuera de lo común. Así, lo mismo nos encontramos con los textiles surrealista de la firma Muzaluci, que con elegantes objetos de Baccarat, mesas de vidrio transparente de Glas Italia, libros de Assouline o la icónica silla “Bergere” de Timothy Oulton.
Ayer fue el Día Mundial del Diseño de Interiores. Aquí te contamos los detalles de la fecha, y de hecho, en la nota te comentamos que Casa Palacio preparó algo especial para festejarlo; pues bien, te contamos qué hicimos: como el interiorismo se celebra viviéndolo, decidimos invitar a un grupo de creadores a intervenir un espacio en nuestras tiendas. ¿Lo interesante? Se trata tanto de interioristas como diseñadores de moda. En el caso de Casa Palacio Antara, los invitados fueron: María Ponce y Raúl de la Cerda. ¿El resultado? Un espacio en el que interiorismo y moda dialogan.
Con este montaje, María y Raúl buscan recordarnos que tanto el interiorismo como la moda, son invitaciones a habitar los ambientes y el cuerpo. Para materializar esta idea, los diseñadores realizaron una atrevida selección de piezas que dialogan en un ambiente en el que imperan el concreto, los tonos metálicos y el estilo industrial. El resultado podría ser el escenario de una cinta retro futurística como “Metrópolis” o un rincón de “The Factory”, el mítico estudio de Andy Warhol.
El mobiliario elegido es una mezcla de piezas icónicas con otras actuales, pero que van en camino a convertirse en nuevos clásicos. Así, nos encontramos con la mesa y el banco que Eero Saarinen diseñó para Knoll, las lámparas “Kelvin Edge” y “Sawaru” de Flos, la mesa lateral y la cajonera de la colección “Aviator” de Timothy Oulton, además de piezas de Baron & Vicario, Fritz Hansen, Fritz Hansen y Qeeboo, entre otras. Los libros son de Fritz Hansen.
Busca este montaje que celebra el Día Mundial del Interiorismo, pero también inspira, en Casa Palacio Antara. ¡Solo tienes hasta el 15 de junio para visitarlo!
Flora y fauna tropical, arte y surrealismo, así es el universo de la firma colombiana Muzaluci. ¿Su propuesta? Sueños que se transforman en textiles que son auténticas obras de arte… ¡pero no para colgarse en un museo! Son para ser usadas en el día a día, ya sea en la forma de un blazer, un cojín o un mantel.
Eso sí, Muzaluci no es para los tímidos, sino para aquellos que “se arriesgan”, al menos esto nos dijo Silvia Ramírez, la mente creativa detrás de este mundo onírico y con quien tuvimos la oportunidad de platicar.
Lo primero que Silvia nos contó fue de dónde viene el nombre de Muzaluci: “Es la unión de dos palabras: museo y alucinaciones”. Esta enigmática palabra encierra todo un concepto, en el que arte y naturaleza, se encuentran con lo psicodélico. “Nos encanta tomar elementos de la flora y fauna para crear seres que no existen”. Los encuentros imposibles también son el sello de la casa: “En un solo estampado, como ‘Mar del cielo’, conviven un leopardo, un caballito de mar, plátanos y mariposas, todos en un mundo fantástico”.
Algo que llama la atención es que cuando se piensa en “diseño latinoamericano”, lo étnico enseguida viene a la mente. No es el caso de Muzaluci. Por el contrario, la marca, con todo su barroquismo, nos remite a los gabinetes de curiosidades del siglo XVIII. Silvia lo explica: “La marca tiene tres componentes muy importantes, lo ‘vintage’ –tengo una fascinación por lo antiguo, por el baúl de la abuela–, la parte botánica y el surrealismo”.
Pero, ¿y la inspiración?, ¿dónde está Colombia en esta propuesta? “Tengo la fortuna de haber nacido en un país muy rico en fauna y flora. Esto suma e inspira. Colombia está presente, por ejemplo, en los estampados de loros y otras aves del trópico o en la colección que dedicamos puntualmente a las orquídeas colombianas”.
Sin duda lo más fascinante de Muzaluci es que es una marca única para gente única. “No es solo para hombres, solo para mujeres o solo para jóvenes… es para todos”. Muy bien, pero, ¿cómo llevar estos estampados maximalistas a la vida diaria? “Dejándote llevar”, nos dice Silvia. “Quien compra Muzaluci es porque se enamora de la firma y simplemente se deja llevar por ella”.
Una marca tan fascinante tenía que ser parte de la selección de Casa Palacio. De sus textiles, ya puedes encontrar en nuestras tiendas sus manteles, servilletas y caminos de mesa. Sobre por qué elegirlos, Silvia nos recuerda: “Muzaluci es arte y una mesa se puede volver una obra de arte, ya que quien la monta se desenvuelve como un artista”.
Nosotros estamos de acuerdo con Silvia Ramírez y por eso te invitamos a sentar a la mesa, el surrealista universo de Muzaluci.
Desde hace 150 años, esta firma ha marcado el camino a seguir no solo para el diseño danés, sino para el que se hace en todo el mundo, y es que no se puede entender el estilo escandinavo, el ‘mid century’ o la modernidad misma, sin hacer referencia a Fritz Hansen.
Gracias a sus colaboraciones con mentes maestras del diseño como Arne Jacobsen, Poul Kjærholm y Hans Wegner, Fritz Hansen más que simple mobiliario, nos ofrece objetos icónicos, muchos considerados por la crítica como clásicos del diseño. Tomemos por ejemplo sus sillas…
La marca fabricó su primer silla en 1872. Desde entonces y desde entonces ha hecho de un mueble ordinario, algo extraordinario. Entre sus clásicos están “Gran Prix” un diseño de Arne Jacobsen lanzado en 1957. Esta pieza recibe su nombre porque recibió el premio Gran Prix en la “Trienale” de Milán.
“Drop”, también de Arne Jacobsen, es otra de las piezas con la que Fritz Hansen reinventó la silla. En este caso, se trata de un diseño creado ex profeso para el SAS Royal Hotel de Copenhague.
Los años 70 arrancaron y el estilo ‘mid century’ quedaba atrás, sin embargo, el gran Arne Jacobsen seguía estando un paso adelante, y es que al inicio de la década presentó la sorprendente silla “Lily”, una pieza que muchos consideran el pináculo de la carrera del diseñador.