En el siglo XVII, Luis XIV encargó el diseño de un espacio dentro del palacio de Versalles; la intención era crear un espacio tan suntuoso y opulento, como la propia corte del “Rey Sol”. ¿La elección del encargado del proyecto? Espejos. La habitación sobrevive hasta nuestros días: se trata de la famosa “Galería de los Espejos”.
Y es que usar superficies reflejantes en la decoración, siempre será una excelente elección: aportan luz, dan profundidad y hasta tienen el poder de crecer una habitación.
Nosotros te aconsejamos:
– Coloca los espejos, especialmente aquellos que tienen marcos espectaculares, en un lugar privilegiado. Se convertirá en el punto de interés visual, pero además, reflejarán el resto de los objetos decorativos.
– Un espacio pequeño puede crecer colocando espejos de piso a techo. Cubre una de las paredes de la sala o el comedor y sorpréndete del resultado.
– Una gran idea es forrar puertas corredizas con espejos: podrás dividir habitaciones de pequeñas dimensiones sin que se vean más chicas.
– No tiene que colgar tu espejo: puedes recargarlo, con cierto “abandono”, en la pared. Aunque claro, hablamos de piezas de gran formato con marcos pesados.
– Procura colocar tus espejos en los muros que reciban más luz a lo largo del día; la reflejarán y así iluminarás de manera natural los espacios.
– ¿Buscas un efecto inesperado? Realiza una composición colocando espejos de varios tamaños y con diferentes marcos.
– En un espacio estrecho, coloca espejos paralelos a lo largo: no solo abre el espacio, sino que el reflejo infinito (efecto Droste) siempre es interesante.
– Olvídate de los rectángulos, óvalos y cuadrados: hoy en día los espejos vienen en muchas otras formas. Experimenta con ellas.